Gracias a sus propiedades mecánicas, el aluminio es ideal para fabricar componentes precisos con superficies pulidas. Una precisión de una milésima de milímetro no supone ningún problema.
Sin embargo, para lograr esta precisión, hay que tener en cuenta algunas cosas al fresar con fresas de aluminio. En primer lugar, está el calor generado. A diferencia de la madera y el acero, el aluminio puede reblandecerse y el filo de corte puede pegarse debido al fuerte calor generado durante el fresado. Entonces, las virutas ya no se eliminan, el espacio para virutas se obstruye y el proceso de fresado se detiene. En el peor de los casos, la fresa se rompe.
Por lo tanto, una refrigeración fiable es indispensable para fresar aluminio. Aquí puede elegir entre lubricación por cantidades mínimas o aire comprimido. La segunda variante ofrece la ventaja de que también sopla a través del espacio para virutas, lo que evita atascos.